Por Augusto Taglioni –
A relação entre Bolsonaro e as Forças Armadas está em seu pior momento. Os militares querem manter seus privilégios e se oferecer como garantia de pacificação e evitar um autogolpe se Bolsonaro não admitir a derrota em outubro.
Os militares e Bolsonaro estão passando pelo pior momento de seu relacionamento. Isso vale tanto para os que compõem o governo quanto para as Forças Armadas. O ponto de conflito é a gestão do ex-capitão do Exército, que continua caindo nas pesquisas, o início de um ano eleitoral que tem Lula como favorito e o crescimento do Centrão dentro do Gabinete brasileiro.
Nesse último ponto, Bolsonaro deu luz verde para a elaboração do orçamento à Casa Civil, uma espécie de Gabinete de Gabinete com mais poderes que está a cargo de Ciro Nogueira, ex-senador do Partido Progressista (o mesmo partido que o presidente da Câmara dos Deputados) Deputados e dá governança ao Presidente diante de pedidos de impeachment).
A decisão de Bolsonaro incomodou os militares do governo que pretendem centralizar as políticas públicas no ano eleitoral. Embora os oficiais uniformizados reduzissem ao mínimo Paulo Guedes e toda a ala liberal, o surgimento do Centrão tirou-lhes o protagonismo e, sobretudo, a capacidade de decisão sobre os recursos públicos. “O Centro vai administrar os recursos para fins eleitorais. Todos os caciques precisam ser reeleitos”, disse uma fonte altamente qualificada à LPO.
Nesse quadro, há movimentos internos pensando no que será uma vitória quase certa (segundo a análise dos militares) de Lula em outubro. A Folha publicou um artigo intitulado “Afastamento de militares de Bolsonaro é sinalização a Lula”, detalhando três motivos para o distanciamento:
-A programação das atividades militares até setembro a ser divulgada até outubro em caso de violência devido a resultados eleitorais ou algo semelhante às cenas do Capitólio em janeiro de 2021.
-As críticas ao presidente da Anvisa, almirante Antonio Barra Torres, por meio de carta publicada em que critica Bolsonaro por não promover a vacinação de crianças.
Neste contexto, esta fonte afirmou: «Estão a negociar a retirada dos militares do serviço activo no governo, mas a permanência dos militares de reserva nos comissários. Como não há consenso em torno de Lula, é possível que, dado o descontentamento social causado, por exemplo, pelos distúrbios policiais com a eleição de Lula, haja alguma tentativa de algo como na Bolívia: eles tentam jurar nos presidentes do Congresso, por exemplo, até novas eleições». “O problema é que quem ia dar o golpe não é racional, está delirando e, dentro do delírio, acredita que Lula deve ser extirpado a todo custo”, acrescentou.
Segundo reportagens em Washington relatadas por esta fonte, “os militares dos EUA propagam a noção de que a América Latina está à beira de uma revolução dissipada contra o capitalismo levada a cabo por partidos de esquerda da revolução rosa, corruptos e aliados do narcoterrorismo, beneficiando diretamente ou indiretamente à China e à Rússia (além do Irã, por exemplo)”.
A figura-chave nesse sentido é o comandante do Exército, general Paulo Sergio Nogueira de Oliveira, militar com relação distante com Bolsonaro (não era seu candidato à época da mudança de autoridade), mas muito longe de coincidir com Lula.
Como esta mídia apurou, há interesse dos altos comandos e de Nogeira em particular em se reunir com Lula, que já colocou Nelson Jobim, Celso Amorim e Aldo Rebelo, principais assessores em questões militares, como interlocutores para o futuro encontro.
Outras fontes percorrem o quartel e reconhecem que há um certo grau de radicalização em alguns setores militares, dizendo que “os militares são pragmáticos. O que eles querem é negociar, manter privilégios, garantir a transição de governos de forma pacífica e depois ser neutros diante de um eventual governo Lula.
Lula, por sua vez, está trabalhando para gerar confiança nos mercados, avançando no acordo com o ex-governador de centro-direita Geraldo Alckmin como deputado e conseguindo uma aproximação com os militares.
Fonte: Política Online
Tradução: Siro Darlan de Oliveira
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Los militares se distancian de Bolsonaro y gestionan encuentros con Lula
La relación entre Bolsonaro y las Fuerzas Armadas para por su peor momento. Los militares quieren mantener sus privilegios y se ofrecen como garantía de pacificación y evitar un autogolpe si Bolsonaro no reconoce la derrota en octubre.
Los militares y Bolsonaro pasan por el peor momento de la relación. Esto vale tanto para los que integran el gobierno como para las Fuerzas Armadas. El punto de conflicto es la gestión misma del ex capitán del Ejército que sigue cayendo en las encuestas, el inicio de un año electoral que tiene a Lula como favorito y el crecimiento del Centrao dentro del Gabinete brasileño.
Sobre este último punto, Bolsonaro dio luz verde para la redacción del presupuesto a la Casa Civil, una suerte de Jefatura de Gabinete con más facultades que está a cargo de Ciro Nogueira, ex senador del Partido Progresista (el mismo partido que presidente la Cámara de Diputados y le da gobernabilidad al Presidente ante los pedidos de impeachment).
La decisión de Bolsonaro molestó a los militares en el Gobierno que pretenden centralizar las políticas públicas en el año electoral. Si bien los uniformados redujeron a la mínima expresión a Paulo Guedes y toda el ala liberal, la irrupción del Centrao les quitó protagonismo y sobre todo capacidad de decisión respecto de los recursos públicos. «El Centrao va a manejar los recursos con fines electorales. Todos sus caciques necesitan reelegir», comentó una fuente muy calificada a LPO.
En ese marco, existen movimientos internos pensando en lo que será una casi segura (de acuerdo a los análisis de los militares) victoria de Lula en octubre. Folha publicó un artículo titulado «Afastamento de militares de Bolsonaro é sinalização a Lula» (La destitución militar de Bolsonaro es una señal para Lula), en donde detallan tres motivos del distanciamiento:
-La programación de actividades militares hasta septiembre para estar liberados para octubre en caso de violencia por los resultados electorales o algo similar a las escenas del Capitolio en enero de 2021.
-Directrices claras contra las fake news y el negacionismo de Bolsonaro en relación a la pandemia del coronavirus.
-Las críticas del presidente de Anvisa, el almirante Antonio Barra Torres, a través de una carta publicada en donde critica a Bolsonaro por no promover la vacunación a los niños.
El punto ahora está en qué relación tendrán con Lula, con quien en la actualidad no existen nexos más allá de las intenciones de Lula de iniciar conversaciones. Según cuentan a LPO fuentes cercanas al ministerio de Defensa «lo que buscan los militares es no perder protagonismo en las decisiones de Estados pero por sobre todas las cosas quieren garantizarse que Lula no tendrá una política revanchista». Esto está ligado no sólo al arribo masivo de uniformados al Ejecutivo sino también al rol en la previa de la detención de Lula presionado la Corte Suprema por parte del entonces Jefe de las Fuerzas Armadas, General Eduardo Villas Boas.
Lo que buscan los militares es no perder protagonismo en las decisiones de Estados pero por sobre todas las cosas quieren garantizarse que Lula no tendrá una política revanchista
En ese marco, esta fuente planteó: «Están negociando el retiro de los militares del servicio activo en el gobierno, pero la permanencia de los militares de reserva en los comisionados. Como no hay consenso en torno a Lula, es posible que, ante el descontento social provocado por, por ejemplo, los disturbios policiales con la elección de Lula, haya algún intento de algo como en Bolivia: intentan juramentar a los Presidente del Congreso, por ejemplo, hasta nuevas elecciones». «El problema es que quien fuera a dar el golpe no es racional, está delirando y, dentro del delirio, cree que Lula debe ser extirpado a toda costa», añadió.
Esta maniobra, según la fuente consultada, tendría el visto bueno del Comando Sur de Estados Unidos pero no necesariamente del gobierno de Joe Biden, de mala relación con Bolsonaro. En el lulismo apuestan a que el retorno del ex presidente al Palacio Planalto insertaría nuevamente a Brasil en los grandes temas globales y eso tendría el apoyo total de la Casa Blanca.
De acuerdo con informes en Washington reportados por esta fuente «los militares estadounidenses propagan la noción de que América Latina está al borde de una disipada revolución contra el capitalismo llevada a cabo por partidos izquierdistas de la revolución rosa, corruptos y aliados del narcoterrorismo, beneficiando directa o indirectamente a China y Rusia (además de Irán, por ejemplo)».
La figura clave en este sentido es el comandante del Ejército, el general Paulo Sergio Nogueria de Oliveira, un militar de relación distante con Bolsonaro (no era su candidato en el momento del recambio de autoridades) pero muy lejos de coincidir con Lula.
Según pudo saber este medio, hay interés de los altos comandos y de Nogeria en particular de reunirse con Lula quien ya puso como interlocutores del futuro encuentro a Nelson Jobim, Celso Amorim e Aldo Rebelo, principales asesores en temas militares.
Otras fuentes caminan los cuarteles y reconocen que hay cierto grado de radicalización de algunos sectores militares dicen que «los militares son pragmáticos. Lo que quieren es negociar, mantener privilegios, garantizar la transición de gobiernos de forma pacífica y luego ser neutrales ante un eventual gobierno de Lula».
Lula, por su parte, trabaja para generar confianza en los mercados, avanza en el acuerdo con el ex gobernador de centroderecha Geraldo Alckmin como vice y gestiona un acercamiento con militares.
Fuente: La Política Online
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